Si aseguramos que el periodismo atraviesa en España la peor crisis de su
historia, nadie podrá decir que exageramos. Se nos podrá acusar de ser
reiterativos porque desde la
Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) venimos denunciando este desastre, una y otra vez, en los últimos años.
En esta denuncia constante, hemos sostenido y sostenemos, como eje de
nuestra posición, que nuestro país pagará un alto precio si asiste al
deterioro del sector periodístico sin tomar medidas que palien la
situación. Dejar morir el periodismo es como dejar morir la democracia,
porque los medios contribuyen a su sostenimiento promoviendo el debate
cívico, el intercambio de ideas y actuando como contrapoder a fin de
evitar los abusos.
En términos de empleo, el drama está cuantificado a través del
Observatorio de la Crisis de la FAPE que, desde noviembre de 2008, viene
registrando su impacto. Con los últimos ERE en editoras locales y en
varios grupos nacionales líderes, como los de EFE y los anunciados en El
País y Unidad Editorial, hemos superado los 8.000 empleos perdidos en
el periodo de contabilización, lo que unido a los anteriores eleva a
10.000 el total de periodistas en paro.
Se podrá afirmar que hemos predicado en el desierto a la vista de lo que
sigue ocurriendo en nuestro sector, que no es el único, por supuesto,
que sufre la grave crisis que atenaza a nuestro país.
Pero nuestro sector, y pedimos disculpas por el atrevimiento, es un
sector especial porque la demolición de sus cimientos afecta
directamente a la libertad de información y de expresión, que constituye
la base de todas las demás libertades y es el fundamento de la dignidad
humana.
Sabemos lo que es un país sin medios independientes, sometidos a la
censura diaria de sus informaciones, con periodistas encarcelados por
ejercer la crítica del poder, despedidos por resistirse a las presiones e
incluso asesinados por tratar de ser independientes. Lo estamos
viviendo en varios países, algunos de ellos muy cercanos a nosotros por
lazos históricos y culturales.
Sabemos
lo que significa contratar a periodistas sin remuneración o con un
salario indigno. Sabemos lo que supone para la vitalidad de un país que
su prensa vaya muriéndose poco a poco. Sabemos que todos estos factores
negativos empobrecen la democracia y abren el paso a impulsos
autoritarios, de los que los ciudadanos son las principales víctimas.
La precariedad laboral y salarial se extiende como una marea, colocando a
los periodistas en una situación de indefensión ante las presiones,
vengan de donde vengan. El papel de contrapoder de la prensa queda
reducido a la mínima expresión.
En el enfoque de los editores, los periodistas dejan de ser unos
profesionales a respetar para convertirse en números que pueden ser
tachados en cualquier momento.
La expulsión de periodistas veteranos, con fuentes y con criterio, priva
a los medios del necesario talento para ofrecer a los ciudadanos un
periodismo de calidad. De nuevo, la sociedad es la gran perjudicada.
El panorama propicia que surjan agoreros que pronostican el fin del
periodismo, que es casi como sostener que la democracia tiene los días
contados. Porque ustedes, los representantes de los ciudadanos, saben
bien que sin prensa libre y crítica con el poder, la salud de la
democracia se resiente.
Pero en la FAPE no tenemos ninguna duda de que el periodismo sobrevivirá
como elemento vital para el desarrollo de nuestra democracia y de
nuestra sociedad en un clima de tolerancia y de convivencia pacífica.
Tampoco tenemos ninguna duda de que los periodistas seguiremos siendo
necesarios para jerarquizar las noticias, confirmar su veracidad,
contrastarlas y difundirlas bajo un paraguas ético y deontológico, como
garantes que somos del derecho fundamental de los ciudadanos a recibir
información libre y veraz.
Ante este panorama, los periodistas no nos estamos quedando quietos.
Estamos plantando cara a la crisis promoviendo innovadores proyectos
editoriales, pero en la FAPE creemos que esta respuesta solo profesional
no es suficiente.
Las instituciones y los ciudadanos tienen que saber que su futuro
democrático y solidario necesita unos medios de comunicación potentes e
independientes, con periodistas que, con su credibilidad, aporten
elementos que ayuden a la gente a formarse su propia opinión.
No hemos encontrado otra forma mejor de expresarlo que el eslogan de
nuestra campaña en defensa de nuestro oficio: “Sin periodistas no hay
periodismo. Sin periodismo, no hay democracia”.
Por lo tanto, la FAPE hace un llamamiento a los representantes de los
ciudadanos en todas las instituciones para que respalden este manifiesto
en defensa del periodismo.
En este llamamiento destacamos:
-QUE la libertad de información se debilita cuando el periodismo se
convierte en una fuente de manipulación, de sensacionalismos, de odios y
de defensa de intereses ajenos al bien común.
-QUE esa misma libertad queda dañada cuando se convocan ruedas de
prensa sin derecho a preguntas y cuando los representantes públicos se
niegan a comparecer para dar cuenta de sus actividades en el ejercicio
del poder.
-QUE es necesario el ejercicio responsable del periodismo por parte
de periodistas y editores, basado en el cumplimiento de normas éticas y
deontológicas y en valores como la integridad y el rigor.
-QUE la supeditación de la ética a la dictadura de la audiencia
conduce a la inmoralidad y a la ilegalidad, como nos ha demostrado en el
Reino Unido el caso del News of the World.
-QUE el derecho de información y la libertad de expresión pierden fuerza y eficacia cada vez que desaparece un medio.
-QUE unos periodistas mal pagados, y más si no perciben salario
alguno, difícilmente podrán resistir las presiones de los poderes, sean
del tipo que sean, para difundir informaciones sesgadas, interesadas y
en algunos casos falsas.
-QUE el elevado paro en el sector está propiciando que los editores abonen cantidades humillantes a colaboradores y free lance.
-QUE los Gobiernos y las instituciones no pueden mirar hacia otro
lado cuando empresarios sin escrúpulos quieren convertir un espacio de
libertad, como es un medio de comunicación, en un taller de esclavos
ofreciendo empleos sin remuneración.
-QUE el futuro del periodismo está en la calidad del contenido que
elaboren los periodistas sea en el soporte que sea. Si los medios
renuncian, como están haciendo, a las buenas historias, a los buenos
reportajes de investigación, a las buenas crónicas de los
corresponsales, poco podrán hacer para convencer al usuario de que es
necesario pagar por los contenidos.
-QUE las administraciones tienen que incentivar los proyectos de los
periodistas emprendedores que buscan alternativas a la crisis con ideas
valientes y novedosas.
-QUE la defensa de la libertad de prensa, del derecho de información y
del ejercicio de un periodismo digno y dignamente remunerado, atañe
también a las instituciones y a los ciudadanos.
Consecuentemente, solicitamos a las instituciones que adopten este
manifiesto en defensa del periodismo y que lo tramiten y aprueben como
resoluciones en plenos, comisiones y otros órganos que juzguen
oportunos.
ITURRIA: Prnoticias